viernes, 23 de febrero de 2007

La Cartera

Los sucesos cómicos ocurren a cualquier momento, unos más afortunados que otros. A veces pienso que la banda podría tener un programa como Friends, seguro todas las bandas piensan eso. El Sitcom no muere, no me gustan tanto esos programas, pero si suelto una discreta sonrisa cuando Joey hace algo chistoso. Hace no mucho el Abuelo se cortó el pelo, cortito cortito, y de pronto parecía Joey, nuestro propio Joey, con camisa abierta y pensando siempre en cualquier cosa menos en lo que estaba pasando. Como esa anécdota de El Abuelo en casa de su ahora cuñado... Un día nos invita a echar el frontón, pues ahí vamos, el tipo nos cae en la punta del hígado, menos al Chamán, pero él Chamán es raro. Fuimos y estaban los amigos de Santiago (feliz esposo de la hermana de El Abuelo), jugamos futbol y frontón, cuando de pronto, uno de esos amigos se le acerca a nuestro Joey y le dice en un tono dulce con tintes de coquetería y mucha discreción: "Oye, te pareces al que sale en los Hombres X." El Abuelo liga de todo.

Decía, hay sucesos cómicos más afortunados que otros y otros predecibles, pero no por ello menos graciosos. La semana pasada, como todos los que fueron al partido y a la comida en la Destilería bien recordarán, El Abuelo se echó la Sitcom del año. Para los que casi no han salido con él esto ha de ser muy sorprendente, pero para los que tenemos más tiempo de conocerlo sabemos que cualquier salida es una aventura en potencia. Desde el comienzo, desde que le dije: "en tu coche, no tengo gasolina", sentí algo iba a pasar. Después, al planear la ruta, Viaducto me parecía muy bien, pero decidimos Patriotismo, el universo conjuraba la broma.

Nos topamos con demasiado tráfico, tráfico inusual de domingo en la tarde. La razón, un operativo. Operativo completamente amañado, los domingos son para pasarla bien, para intentar ir rápido en la ciudad y no lograrlo por culpa de los padres de familia que salen a dominguear. Íbamos siguiendo a Elías, desde mi lugar en el asiento trasero no me parecía extraño que Elías quisiera cambiar de carril tan abruptamente y pasar entre dos camiones a como diera lugar. El Abuelo lo notó y dijo: "que con ese guey, que quiere meterse entre esos dos." Acto seguido vemos las patrullas, los conos y la mano del policía llamándonos a orillarnos. La calamidad se acercaba.

El oficial nos explica la naturaleza del operativo, no profundizaré demasiado en las miles de irregularidades que se me ocurren en dichos operativos, pero nombraré algunas: porqué hacerlos en domingo, porqué revisar los papeles del auto si no son policías de tránsito y la más grande de todas, porqué El Abuelo tiene esa cara de gangster que siempre lo mete en problemas.

Acto I

(Parados esperando a que el policía se acerque al auto, El Abuelo baja la ventana, el policía se acerca con expresión de triunfo adelantado).

Policía: Joven, lo molesto con su licencia y su tarjeta de circulación.
Abuelo: Chamán, busca la tarjeta en la guantera.

(El Chamán busca la tarjeta, pero en realidad pensaba que ya nos iban a atorar y al no encontrarla atina a decir que se fue para atrás, milagrosamente la tarjeta aparece.)

El Abuelo: Aquí está la tarjeta, la licencia se la debo, no la traigo (con tono de mejor no invento mentiras, igual y me la perdona).

Policía: (verborrea sobre lo que nos va a pasar, algo sobre el corralón, por no traer licencia).

Todos (pensando): ay, pinche Abuelo.

El Abuelo: igual y está atrás, a ver búsquenle.

(Lore y Rafa buscan y encuentran una mochila en la cajuela de la camioneta).

Rafael: está tu mochila igual y ahí está.

Acto II

(El Abuelo en la avenida hablando con el Policía).

El Policía: Joven ¿vive por el rumbo?
El Abuelo: Más o menos, por Taxqueña
El Policía: ¿Qué corralón le queda más cerca?

(Todos, pensando, ya valió madres la comida. Elías y familia y Jorge esperando en el siguiente semáforo).

El Abuelo: pues el de Troncoso.

(El Policía comienza a llamar a la grua).

(Ronda la idea de que Rafael maneje porque él tiene licencia).

(Al teléfono)

Elías: ¿Qué pasó?
Rafael: Pues nada, El Abuelo no trae licencia.
Elías: No puedes manejar tú
Rafael: Voy a ver, no creo. Ahí les avisamos

Acto III

(El Abuelo abre la cajuela de la camioneta, los policías como aves de presa se acercan a ver que encuentran. Contenido de la cajuela: dos manoplas de baseball, una diestra y una zurda, hojas de periódico regadas por todo el piso, una mochila negra grande).

El Policía: Esa manopla porqué está al revés.

El Abuelo: es de él, es zurdo.

(Rafael después de hablar con Elías, desciende de la unidad)

Rafael: Oficial, no podría manejar yo, porque tengo mi licencia

El Policía: No, el problema es que se agarró en fragancia al joven y yo ya hice el reporte. Aunque puedo no hacer el reporte y nunca haberlos visto.

(Rafael con sagacidad desmesurada pensó, creo que quiere dinero, chale, ya valió madre... cuanto nos va a bajar).

El Abuelo (al teléfono hablando con su mamá): No dejé allá mi cartera, es que me paró un operativo y no la traigo. ...... Qué no la traigo, debe de estar mi chamarra o en el otro pantalón... qué no lo traigo en este (El Abuelo visiblemente irritado por las hasta entonces y sólo para él sugerencias absurdas de su madre y más como un acto reflejo que como una acto pensado, hurga la bolsa trasera de su pantalón. Aparece la cartera, aparece la licencia. La corrupción se aleja y comienzan las risas). No me caguen, no me caguen, es mi culpa, no digan nada.

(Todos, como era de esperarse no podían decir nada, muertos de risa no podían decir nada. El Policía muestra cierta cara de consternación y desilusión. El Abuelo muestra su licencia, vencida por diez días).

El Policía: Está vencida

Todos: ¡No puede estar vencida!

(Oh sí, muy vencida, pero no lo suficiente para que El Policía multara a los jóvenes).

El Policía: ¿Qué hacemos con el joven?


Lo extraño no es lo ocurrido, lo extraño sería que nada hubiera ocurrido.